Cantando bajo la lluvia

De pronto la lluvia le cayó sobre la palma de la mano, momento propicio, el calor lo estaba matando, así que se relajó y se dejó mojar, las gotas de agua fresca le cambiaban el humor, de estar fastidioso pasó a sentirse alegre, liberado, y se dejó llevar. Disimuladamente mira a su alrededor y vio que estaba solo, entonces se sacó la remera y con el torso desnudo jugaba con la lluvia, era un niño travieso que sentía la libertad de dejarse mojar. La soledad continuaba, y aunque muchos pensaran que la locura estaba dueña de sus actos, él simplemente se sacó el pantalón, la ropa interior, y a riesgo de que alguien lo mire, dejó que la frescura del agua moje todo su cuerpo. No le importaba nada ya, era la libertad en acción, sin ropa, solo con la naturaleza, sin la moral que prohíbe este tipo de comportamiento indecoroso, eran solo él y la lluvia. Le pareció raro que la soledad fuera tan larga, mayormente, y es condición sine qua non, cuando uno hace alguna locura o una estupidez siempre alguien te está mirando, pero este no fue el caso.

Así que no se dejó afectar por la preocupación, ya vería qué decía si lo descubrían, ahora estaba en la lluvia.

El agua a medida que lo lavaba iba borrando las tensiones, las rutinas, las broncas, los fastidios, se sentía un niño nuevamente.

Jugaba bajo el agua, saltaba, cantaba, si alguien lo mirara en ese instante, daría por hecho que estaba totalmente loco, hacer lo que hacía con tanta desfachatez, pero yo supongo que también por dentro, ese alguien, esbozaría una risita picarona al ver el espectáculo.

Comenzó a cantar y bailar, como en la película (imagino que saben cual, y para los que no, era el protagonista de Cantando bajo la Lluvia) imagínense a un tipo mayor, de unos cuarenta y tanto largos, despojado de su ropa, totalmente desnudo, despreocupado “del qué dirán”, de la crítica, en síntesis un hombre mayor, al que le importaba un corno la opinión ajena, total él sabía que no hacía daño a nadie, solo se dejó llevar por el impulso y la nostalgia.

De chico en su barrio natal cuando las lluvias de verano acariciaban los techos de las casas él salía desnudo al patio…. Y bailaba… saltaba… cantaba…. Por qué no hacerlo ahora? Por qué no hacerlo hoy?, bueno la respuesta más sencilla sería PORQUE SOS GRANDE!!, pobre argumento si desean frenar con él, a esta persona a la que nada le importa ya!.

El show continuaba, el espectáculo visual, lejos de ser grotesco, maravillaría a quien lo viera, tanta libertad, tanta alegría en un solo instante. Lentamente la lluvia fue haciéndose más fuerte, como suele pasar en el verano, pero con el calor que tenía acumulado en el cuerpo seguía siendo refrescante. En su mente decía, “qué pena no tener las BOTITAS PAMPERO AMARILLAS de mi infancia”, o  papel para hacer un barquito, digamos que estaba totalmente ido en el tiempo y espacio presente, era un niño encerrado en el cuerpo de un hombre grande, respetable, bueno… respetable mientras nadie lo viera… pero ¿el respeto radica en reprimirse la posibilidad de hacer alguna locura?

El cuerpo ya estaba más fresco, la lluvia seguía, la temperatura corporal estaba en un punto más que agradable, pero como todo, esto también tenía un final.

Agarró sus ropas su vistió lentamente, cada prenda que se ponía, le devolvía los rasgos de serio y respetable, que lentamente se iban dibujando en su rostro. Una vez vestido vio la lluvia por última vez…. Con un poco de tristeza como quien se aleja de un sueño vivido…

Cerró la canilla y se dijo, qué bueno bañarse cuando estoy solo en casa.

 

 Agarró el trapo de piso, secó el baño, y se fue a laburar….

 

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