domingo, 1 de marzo de 2009

Escenarios

Acostado en su cama de caoba del oriente y abrazado a su amada, miraba el techo con detalles de oro, y las sabanas de seda que los cubrían a ambos desnudos, sintiendo así la suavidad de la seda en sus cuerpos entrelazados. Su palacio era gigante lleno de detalles, y su amada una mujer de ojos almendrados y un cabellera muy oscura  que resaltaba los rasgos de su rostro.

Él simplemente mira el techo, y la miraba a ella, era un príncipe, un rey, lo tenía todo.

Era de humildad extrema, tal es así, que si bien debían llamarlo Rey o príncipe o su alteza, solo dejaba que lo llamen  por su nombre o por el termino Señor, nada mas.

Su palacio estaba rodeado de casas de barro, calles de tierra, vendedores ambulantes, y animales libres buscando qué comer, era simplemente una esmeralda en medio de un trapo de arpillera, así de bello y contrastado era el palacio en la ciudad.

Cúpulas de oro, columnas de marfil, alfombras, diversos obsequios de otros reyes y súbditos, que solían agasajarlo.

Acostado en su cama, y abrazado a su amada a quien amaba profundamente, empezó lentamente a cerrar los ojos, hasta que se durmió.

Por la mañana sonó el despertador, se vistió, se higienizó, disfruto del desayuno que su mujer le preparó, sacó la basura y fue a laburar, tomando el tren de Chilavert hasta Retiro.

 

Hay sueños que duran mucho más que una noche, algunos solo los sueñan, hay quien lo vive sin saberlo, pero está el que a lo soñado de su vida, le agrega a la noche distintos escenarios, para conciliar el sueño,  pero siempre con el mismo amor.

Hoy está acostado…. En un palacio medieval japonés, con los shoguns y samuráis en la puerta, y a su lado, su amada….  





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