domingo, 1 de marzo de 2009

La lujuria de la carne

(Dedicado a Cristina, mi vecinita de enfrente)

La tenía entre sus manos, por primera vez, después de haberla deseado tanto… de ser el anhelado sueño de su vida.

Todo su deseo estaba latente y en ese instante la explosión era inminente… hasta predecible.

No le importaba que la intimidad no fuera tal, y que estuviera rodeado de personas varias, solo la miraba a ella, su instinto animal le hacia vibrar la piel, lo perturbaba, al punto de no ser el que siempre fue, sino la manifestación más salvaje de su propio ser.

La esperó durante años, y ese día, que sabía que estaría con ella, amasó durante horas su ansiedad, su lujuria por esa carne se cosía a fuego lento. Su ser ardía por dentro, pero por fuera era todo calma, hasta que la tuvo entre sus manos.

Recuerdo haberlo visto ese día y a mi me dejó helado esa imagen. Jamás lo había visto así, tan básico, tan cerca del instinto carnal y tan alejado de su filosofía, de sus libros, de su mesura, era otra persona, y se moría por profanar esa carne.

Ojo, ella no era poco, todo lo contrario, era muy deseada, pero la codicia era solo de él, lo consumía, se sentía un bárbaro, un salvaje, con ella entre sus manos. La bebida y ella, nada deseaba más en el mundo esa noche…. al menos por esa noche.

Con su mirada perdida, vaya a saber en qué fetiche, lentamente se acercó a ella, que simplemente se quedó estática, y se dejó atropellar por tanta barbarie, tal vez porque no pudo moverse y lograr esquivar el brutal manotazo que pegó. Hubo silencio entre ambos, no había nada que decir, los dos sabían el papel que debían cumplir y ambos deseaban hacerlo a la perfección.

Por  un instante le clavó la mirada, pronto no seria solo la mirada. Luego en una mezcla de lujuria, sexo, y salvajismo contenido, con los ojos brillosos, la boca temblando levemente, las manos suaves, pero de agarre seguro, y los músculos, huesos y hasta cartílagos en un estado de tensión inimaginable, fue acercando su boca a ella, seguro deseoso, y libidinosamente…

El resto fue casi un instante, hasta podríamos decir que ni la llegó a gozar del todo, como un atropello en la multitud.

Él, hasta hoy día, asegura  haberla disfrutado, era el sueño de su vida hacer lo que hizo, cómo lo hizo y con la brutalidad que lo hizo, sentirla a ella entre sus manos y disfrutarla sin respeto alguno. 

Días después nos encontramos todos, los que aquella noche fuimos testigos silenciosos del brutal acto. Como era de imaginar, el tema se evitó hasta donde se pudo, pero el hecho en sí era para destacar, cada uno dio una opinión, todos temerosos de herir alguna susceptibilidad, algún sentimiento. Fue Betty, fiel testigo, que disparó el comentario más violento hacia él, cuando le dijo:

IGUAL NENE ASI NO SE COME UNA PATA DE CORDERO, por más a la cruz que esté hecho, al menos yo no te eduqué para que comas así.

 

Dios bendiga a Betty, sino seguro que él nos convencía de lo que era correcto….

Y dichoso de él que se dio el placer de disfrutar su deseo…. Por loco que fuese.






Creative Commons License
This obra by Marcelo Argüello is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina License.

No hay comentarios: