La cuerda del loco

A él le decían “el loco”, ojo no era un concepto valorativo sino netamente descriptivo, transitaba solo por la ciudad, hasta que un día, a la vuelta de una recta curva de esquina, encontró “la cuerda”. Su vida cambio radicalmente.
Era la cuerda del loco, la que no lo ataba, que no lo sujetaba, de la que se colgaba, de la que se liberaba, de la que se sostenía, de la que no se apoyaba, de la que no se impulsaba. Compartía ratos con ella, la disfrutaba. Loco por la cuerda, si se puede decir, un poco más loco de lo habitual, en ese entonces daba gusto verlo jugar con ella. Sentado en el piso con la cuerda en sus manos, perdía su mirada en ella, la estudiaba, la escuchaba, la olía, le hablaba…. Era la cuerda del loco y él la había encontrado, era su cuerda. Un universo de historias y de aventuras nacían en su mente con ella en sus manos, un sin fin de colores y de imágenes bombardeaban en su cabeza, producto de sus sentidos que se embriagaban con ella.
Pero también era la cuerda del loco, él se sentía un juguete de la sociedad, aunque en realidad era un juguete para si mismo ya que su niñez era el pan de cada día, y ella era la cuerda de ese juguete, que daba vueltas en su cabeza, la que hacia ruidito cuando él caminaba, la que condicionaba sus movimientos, la que daba distancia a sus afectos. Algunos se mofaban, y al verlo pasar le gritaban, -ahí va el loco a cuerda- pero ellos iban en su mundo… simplemente la cuerda y el loco, o la cuerda del loco, porque si bien no era posesivo, realmente la cuerda era de él, ya que fue quien pudo insertarla en su vida y viceversa…algunos dirán… “bueno che, pero es una cuerda nomás” si, pero para él era todo.
Recuerdo que una vez, al contar sus historias y sus dramas, un hombre simpático le dijo, NO SEAS TAN MODESTO…, él entendió que todo debía vivirlo con intensidad, y ahora tenía su cuerda, la cuerda del loco.
Él era un hombre como todos, con conocimientos generales, matemática, literatura, física, algo de historia, nada de geografía, poco de arte, y algunos muy particulares, se conocía a si mismo, y también tenía un amplio conocimiento del comportamiento del humo. La cuerda como toda cuerda, solo sabía qué era, y cuál era su utilidad, y muchas veces dejaba que la imaginación del loco le encontrara otra nueva dimensión de utilidad, intentando usos nuevos, y desusos viejos.
Pero también era la Cuerda del loco porque ella era cuerda… sana, sabia, dulce, compañera, amorosa, tierna… era cuerda, y él era loco, miraba la vida desde los ojos emocionales, no pensaba lo que sentía, era un loco para esta SANA sociedad y ella una CUERDA entre tanta locura.
Un día arto ya del mundo estéril que los rodeaba, el loco le dio otra utilidad a la cuerda, y entre un banquito y una viga ato en un extremo a la cuerda y en el otro se colgó.
Cuando lo fuimos a ver, yacía como péndulo suspendido sin tocar el suelo, bajo él, a sus pies, una nota que decía:
“solo pasé a saludar, ahora nos vamos a nuestro paraíso”
Se fue y me dejó, con sus amores, sus historias, sus risas, sus vidas… él era loco y ella simplemente, de ser lo que era, de vivir lo que vivió, de creer lo que creía, se rindió a ser y disfrutar, la maravillosa experiencia de ser su cuerda.
Ella cuerda, él loco, ella feliz de ser la cuerda del loco, y él feliz de ser el loco a cuerda… porque si de algo estoy seguro es que él siempre fue loco e incluso a veces hasta vidrio masticaba, y cuando le decían algo él respondía, tajante, “mastico el vidrio, pero no lo trago, loco si pero idiota no.”




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