Crimen Doméstico

El tronar de los huesos ante el impacto de la cuchilla fue impresionante, su cara estaba desencajada, era su primera vez, tenía que desmembrar las partes, hacerlas pequeñas, en un rincón. Sin que ella lo sepa, su hijo atónito la miraba, mamá estaba destrozando un cuerpo en la cocina, ella tenía solo una idea en la cabeza, era lo mejor para ella, y para su hijo. A pesar de todos los intentos de disimular su asco, y por tratar de no afectarse por su acción, las arcadas iban y venían, pero solo pensaba en que era lo mejor para los dos, su vida no era un camino de rosas pero como madre era capaz de todo para la felicidad de su hijo.

Era una noche calma, los gritos y la pelea ya habían pasado solo quedaba desmembrar el cuerpo, y proseguir con la rutina. Pero era tan difícil… la bronca ya había pasado y un dejo de arrepentimiento se cruzó por su mente, pero no se dejó convencer, era tenaz persistente y estaba convencida que era lo único que le daría la tranquilidad que necesitaba, la situación no daba para más.

Su hijo en un rincón, escondidito miraba la aterradora escena, estaba asombrado, no tanto por la sangre, que no era poca, sino por la determinación de su madre, nunca la había visto así, siempre fue sometida de papá, siempre esperó la opinión de él o las ordenes que él impartía, pero ya no, ya no más, ahora era solo ella desmembrando el cuerpo en la cocina.

Como comenzó todo, simple, una discusión por teléfono, que ya venía de antes, luego gritos, peleas, y ahora ésto, imaginen a un niño de apenas 6 años contemplando y viendo esta escena, terrorífico era poco, tenía los ojos abiertos tan solo parpadeaba con el violento bajar de la cuchilla, y el golpe seco entre el metal y los huesos, la carne cedía ante tanta violencia afilada, ella seguía ignorando que había un niño que era testigo de tan brutal crimen…

Él asustado, ella decidida, la cocina de escenario, la noche de manto negro que suele ocultar estos crímenes domésticos, tan comunes y tan poco deseados por la mayoría… pero a veces la necesidad, como se suele decir, tiene cara de hereje, esta situación no solo cara tenia, sino también filo de cuchilla y un cuerpo que se retorcía ante los golpes. La cuchilla que salpicaba en el cuerpo de ella los pedacitos de carne, volaban destrozados y no se dejaban cortar.

La noche era testigo silenciosa como el niño, que escondido miraba todo.

Luego él, por falta de entender lo sucedido, volvió a su tarea habitual, los chiches.

Nadie la frenaba, a cada golpe que impactaba con la carne, se repetía fragmentos de la discusión telefónica con su marido como para darse aliento, frases del tipo… “que no soy capaz?”, “te voy a matar”?, “que no entiendo la situación”?, Que no soy capaz?”que no resuelvo ni siquiera los mas mínimos dilemas”, A cada frase de la discusión mas fuerte era la cuchillada su bronca o la hacia frenar, estaba cansada y exploto con él, “que dependo de vos!!! Justo de vos!! A ver qué decís ahora? Ah.. claro no podés hablar!!? Otro violento golpe contra la carne, el estallido fina de los huesos…

Luego el cuerpo desapareció de la cocina, el silencio se hizo profundo, de pronto alguna lágrima, algún llanto de fondo, el niño estaba en su cuarto con sus chiches creando un mundo diferente al que estaba tocándole vivir…

Ella lo llama… al grito de Vení  ya termine!!!!

El niño obediente, va al encuentro de su madre que lo esperaba sentada a la mesa…

Y le dice… el pollo estaba duro, espero que te guste este estofadito que te prepare, papi llega más tarde, así que vos come, yo lo espero para cenar…

Ella lo mira con ternura… como su hijo come, devora, una lagrimita quiere salir pero la reprime, y solo piensa…. Ay bebe, si supieras, que es lo único que hay de comer en casa,… pero el amor que te tenemos da para verte feliz con la comida.

Él ya dormía cuando mamá y papá, sentados, charlaban su cruda realidad, tomando unos nutritivos mates…

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