martes, 10 de marzo de 2009

El Arte de la Guerra

No importa como llegó a este punto, simplemente esta acá, enfrentando a otro, que violentamente le arroja un golpe, un salvaje ataque que logra esquivar y con un breve movimiento, desestabiliza al agresor, que cae rodando al piso, pero éste se levanta, se reincorpora, insistente en su violencia y continua atacando.

Como es de esperarse, muchas personas rodearon la escena como disfrutando de este espectáculo, personas curiosas o admiradores del arte de la violencia.

Eso es inevitable, todos en silencio, saben que no se puede arengar una pelea si no son del grupo, del círculo que los rodea, solo son espectadores silenciosos de la violencia.

El espectáculo era de no creer, la pelea era violenta, lo atacaba, esquivaba y el agresor se levantaba como impulsado por un resorte. El cansancio se dibujaba en el rostro de ambos, la respiración era agitada, la transpiración le mojaba la cara y una maliciosa gota de sudor, entró en su ojo nublándole la vista, nada podía ser peor, pensaba él, pero se equivocó.

Tal vez porque no se notaba ventaja en la lucha o porque el agresor estaba debilitándose o porque eran compañeros en la violencia, no sé, pero en un instante se vio enfrentado a 6 personas que corrían hacia él, para agredirlo.

Desconozco el motivo de por qué se inició esta desigual batalla, solo llegué en el punto en donde comienza el relato, pero por la curiosidad de algunos, el miedo de otros y el salvajismo del resto, nadie se ofreció para ayudarlo.

Solo, enfrentado a 6 personas que lo atacaban salvajemente, lo que pudo ser una masacre, fue un acontecimiento increíble.

Giraba alrededor de los agresores, asestándole golpes, agarres que los desestabilizaban y los hacían rodar en el piso. Su cansancio era notorio pero así y todo, tal vez porque dependía su vida en ello, seguía haciendo lo posible para resistir y dominar a los 6 agresores, haciendo simplemente lo que el instinto motriz le dictaba.

La batalla duró casi 15 minutos, tiempo ínfimo para todos, pero para él que estaba batallando entre 6 era una eternidad, yo ya perdía las esperanzas y temía por su integridad física, cuando de repente una voz dijo…

Paro!!!!

 

Los siete se sentaron en el piso saludaron a una foto en la pared, luego a los maestros y por ultimo se saludaron entre ellos.

 

Y así fue que con batallas individuales y grupales Kaskarón y otros, fueron coronados NIDANS, segundo dan de aikido. Bien por él. Cuando terminó me acerqué y le pregunté:

Y? qué te pareció.

Simplemente me dijo:

Una experiencia maravillosa que prefiero no repetir.

 

Se fue caminado con su hakama, y todo en sudor en la pelada. Estaba agotado pero por dentro, estaba feliz.

 




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2 comentarios:

Anónimo dijo...

buen cuento; creo que vi la película igual. jajaj
abrazo grande man

Mar dijo...

Mariano:

Gracias, bienvenido y si es cierto viste la película, así que sabes que el cansancio fue mas grande... jijij