jueves, 19 de noviembre de 2009

La espera que no siempre es dulce

Sentado en esa salita destinada al aguardo, recordó la noche de lujuria que tuvo con su pareja hace 9 meses atrás, y que por las vueltas de la vida terminó siendo el principio de una larga espera que según parece concluye hoy.

Esa noche solo fue pasión, fuego, lujuria, lo que menos iba a imaginarse era que esa noche seria la primera de muchas en esta espera.

Nunca logró explicarse porque definirla como DULCE ESPERA, hay que reconocer que él tiene un componente ansioso muy importante que hace que todo lo que sea esperar nunca tenga un condimento agradable en su vida.

La espera es la antesala al cambio, a lo nuevo, y eso siempre es positivo, es mejorador, solo que él dice “si todo bien, pero porque no YA!”

Los primeros días se los consumió soñando en lo que podría ser y como afianzaría mas la pareja, ambos soñaban, proyectaban, imaginaban, solo debían esperar…. Casi nada para él.

Paulatinamente el tiempo pasaba y antes de concluir el primer mes la espera se torno tortuosa. Brotado en continuos ataques de ansiedad, prácticamente no conciliaba el sueño, ojo siempre respeto a su compañera que también tenía un proceso INTERNO en lo que al cambio y a la espera se refiere, lógicamente.

Para destacar podemos decir que, ahora que llegamos al noveno mes, ellos estuvieron siempre muy juntos, compañeros muy fieles el uno del otro, incluso en los últimos días que realmente se hacia difícil la convivencia básicamente porque él ya no podía esperar mas y ella tampoco, digamos que estaban al límite del nivel de tolerancia a la expectativa.

Todos, los ajenos a su hogar, ayudaban amenizando la espera o incluso opinaban, sobre lo natural que era este estado en estos tiempos, bajo estas circunstancias, hasta hubo quien dijo “si pasan esta juntos no los separa nadie”, y él pensaba, “yo no necesito pruebas para aceptar o no la convivencia con alguien”. Pero las cartas las tira el destino y si bien él sabía que había una fecha límite, esta era como invisible a la distancia y al vivir el día a día la espera era una roca que cargaba en su espalda colina arriba.

Así y todo uno se apoyaba en el otro y a su vez sostenía a su compañero, raro de explicar si nunca lo viviste pero fácil de sentir si sos reciproco.

Los minutos pasaban, la puerta que estaba delante de él no se abría, esperaba las noticias finales, los minutos eran eternos y esos sí que no sabía como contabilizarlos, soñar no podía, quería ya el cambio, quería dejar de jugar a la “espera” para pasar al juego del “hacer”. En el fondo estaba al límite de la depresión, pero no se dejaba consumir por la cabeza y las ideas boicoteantes, porque no solo caería él sino su compañera y eso sí que no lo deseaba, ella ya tenía su carga, su peso, sus responsabilidades, incluso su cambio, tanto interno como externo, no era fácil encargase interiormente y exteriormente de cuidar a esta nueva familia. Pero eso llegó a su final, o al menos eso espera, la realidad es que no sabía cuanto más tenía que aguardar y ya estaba preocupado por ella y por la demora a la respuesta.

Mientras pensaba eso, la puerta se abrió y una señorita, lo encaró, se le acercó, charló brevemente con él y volvió a entrar por la puerta en sentido contrario esta vez. El quedó helado, no se la esperaba, las piernas se le aflojaron y se sentó para no desplomarse, el cambio había llegado.

Lo único que atinó fue, con las manos temblorosas, tomar el celular y llamar, mientras marcaba y esperaba que atendieran, las lágrimas corrían por su rostro, la noticia era muy fuerte para su corazón y decidió compartirla para repartir el peso.

Holaaa! Un calido saludo del otro lado, y él luego de una breve pausa dijo solamente… Hola amor…..me dieron el trabajo!!!!!!


Creative Commons License
This obra by Marcelo Argüello is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina License.



1 comentario:

Sabrina dijo...

Una emotiva historia, con un final MAS que INESPERADO... para no perder la costumbre!