jueves, 19 de noviembre de 2009

GPS

La oscuridad absoluta lo rodeaba, tanto era así, que sentía el volante con sus manos pero no podía verlo. Y así como si nada la luz se hizo, y el GPS de su vehículo comenzó a funcionar con la leyenda “RECIBIENDO SEÑAL DEL SATELITE” vió en esa pantalla un hospital, de capital federal para ser mas preciso, ahí se bajó y presenció un parto, nada particular, un parto natural con todo lo que eso implica, lágrimas, gritos dolor y luego alegría, emoción y felicidad. Prosiguió su viaje siguiendo fielmente, las indicaciones de su GPS. Pasó por un jardín de infantes y vio a un niño salir en dirección a su madre, con el delantal destrozado, quien estaba entre sorprendida y acostumbrada por la ropa y por los comentarios que escuchaba haciéndose la sorda, cosas del estilo de… “Ahí está la mamá del chico que me pega en el jardín!”. Sonrió y siguió su viaje. Pasando por una primaria, viendo a un nene (ya en 4 grado) dándole los útiles de escuela a sus compañeritas para pelearse en la esquina, bélico sin dudas, al menos esa era la impresión que le dada, hasta que lo vio de monaguillo y luego de boy scout, hay que reconocerle en desconcierto. Siguió el viaje, y un muchacho ya adolescente iba a su secundaria, transpiraba en el industrial limando un fierrito y le daba un beso a su primera novia, muy joven por cierto para un noviazgo con toda la responsabilidad con que él lo encaraba.

El gps seguía indicando, con la voz de la gallega, direccionado las curvas y los metros de rectas, cada tanto paraba en algún punto de referencia, como lo haría el más aplicado de los turistas. Y fue así que entró a un gimnasio donde, entre otras cosas, se practicaba Tae Kwon Do y vio a un muchacho dando su examen de cinturón negro y también lo vio peleando en algún torneo, incluso hasta lo vio en una radio conduciendo un programa para jóvenes de 10 a 80 años, muy divertido por cierto.

El gps indicaba ZONA PELIGROSA pero igualmente bajó y vio a un adolescente hacerse hombre mientras en un velatorio despedía a su padre, Como también a otros parientes en el transcurso de ese bendito año.

Se sacó ese mal trago y prosiguió el viaje, intentos facultativos, películas y libros y una parada recurrente: amigos y novias.

Viajaba lenta pero constantemente para no detener el trayecto, y menos perder detalles. Paulatinamente se fue cruzando con distintas personas como, Juanette, Pancho, Ogui; Arbusto, La maestra Jardinera, la Bioterista, la guía de turismo, la compañera del ex trabajo, su maestro de aikido, Gonzalette y otra vez, sus películas, sus libros, su perra y su infaltable madre.

Inexorablemente pasaban las personas y los paisajes, mientras su Gps, atento a las distancias, indicaba con exactitud el sentido y la dirección.

El camino parecía infinito, pero algo le llamó la atención, y fue que el mapa tenía pocos metros para terminar a pesar de que el camino continuaba, no le dio importancia a este detalle y siguió atento a todo.

Su última parada fue una casa a la que entró y solo vio a un hombre frente a la pc escribiendo un texto que le parecía borroso, lo vio de frente sin que éste note su presencia y detectó en él algo familiar, al acercarse mas el reflejo del monitor reveló que su rostro era idéntico al del escritor.

Ahí asumió que era hora de dejar de viajar, el próximo viaje estaba cerca y era junto a este desconocido. Se quedó a su lado sentado intentando leer este texto ilegible, solo reconoció las ultimas letras que decían

“solo reconoció las ultimas letras que decían

FIN”

Este fue el último texto que escribió antes de que hallaran su cuerpo sin vida frente a la pantalla de su gps.



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2 comentarios:

Sabrina dijo...

No entiendo.. por qué terminó asii????

Mar dijo...

Sabrina:
Tal vez sea porque es el correcto final de las cosas, o simplemente por una conciencia a lo irreversible, el simple hecho de entender que a veces hay que volver de donde nunca debimos habernos ido, mas cuando deseamos volver. Gps habla de eso, el resumen de una vida, a que no se le cambio el final. No todo es lo que espera, pero también nunca deja de esperar, que vuelva sobre sus pasos