domingo, 5 de julio de 2009

La superflua mirada triste

Recuerdo que hace un tiempo atrás la conocí. Hoy se me hace difuso rememorar su nombre, no por ser desmemoriado ni menos por ella no destacar en la vida del barrio, simplemente porque todos la conocíamos por su sobrenombre. Primero fue “la niña triste”, luego pasó a ser “la muchacha de ojos tristes”, para luego mutar definitivamente en “la triste”. Yo no tenía trato ni diálogo con ella, no por cábala ni mucho menos, sino tan solo por las circunstancias lógicas de la sociedad, éramos vecinos de barrio y eso a veces implica muchas cuadras.
Al principio, cuando oí su sobrenombre por primera vez, lo atribuí a la crueldad barrial que incluso a veces dista de inocente y tiñe la acción de un dolor muy escondido que termina sintiendo el dueño del pseudónimo. Pero la cosa iba más profundo que una mera descripción visual. La leyenda urbana indicaba que aquella persona que estuviera delante de “la triste” automáticamente perdía su alegría y caía en un estado de dolor, angustia, o como su sobrenombre lo indica, tristeza.
Siempre me definí como escéptico a tales mitos, pero al correr los años el mito se transformó en leyenda y de leyenda a verdad absoluta, ya era un hecho que tenía una veracidad de rigurosa comprobación científica. Claro está, ningún científico perdería el tiempo en tamaña estupidez.
Como era de suponerse un día empezó a nacer en mí una extraña curiosidad ante tal fenómeno, así que silenciosamente me dispuse a realizar un ensayo para saciar mi impulso, el cual consistía en el más primitivo de los conceptos, “la observación”, sabía que ella frecuentaba el bar de” el cabezón” así que me senté en un mesa que daba de frente a su perfil, y tomando un café miraba lo que sucedía con ella. La cosa era fea porque se había tornado con los años en un fenómeno circense y la gente se acercaba para ver si alguien podía estar por encima de “la triste” y su poder de “angustiación” como solían definirlo burlonamente.
Mi sorpresa fue grande cuando comprobé que el 100% de los casos era afectado de tristeza incluso cuando mostraban marcada alegría. Algunos ni siquiera llegaban a intercambiar palabras... Así que dominado por la curiosidad, me levanté y me dirigí a ella.
Cortésmente le pedí permiso para acompañarla, una hermosa y agradable sonrisa adornada con dientes blancos me dio la bienvenida. Era un rostro curioso, ya que los rasgos de sus ojos daban un tinte tristón pero nada fuera de lo normal, me dispuse a charlar fluídamente y sin vueltas, le disparé mi pregunta de: Sabias que te dicen “la triste”? Para mi sorpresa estalló con una carcajada muy contagiosa, e inmediatamente miré a mi alrededor para ver si alguien la notaba pero todos seguían en su mundo.
Ella solo me dijo: “qué manera de proyectar su dolor que tiene la gente….” La miré con intriga pero con un poco de picardía, porque algo dentro mío me hacia sentir que estaba entendiendo lo que quería decir. Pero igualmente le dije: Cómo es eso?
Claro, la gente cree que yo tengo un don y es el de robarle su felicidad y transformarla en tristeza, la realidad es que SI TENGO UN DON, pero es simplemente SER ESPEJO de las personas, del alma de cada uno, o sea ellos SE VEN A SI MISMOS en mi rostro, por ejemplo vos, sí sos FELIZ. El común de las personas confunde felicidad con alegría, y así les va. Vos estas TRISTE?
Me dibujó una risa en la cara, y nos miramos pícaramente, ambos estábamos entendiendo la superficialidad de las emociones que hoy suele tener la gente. Qué tristeza profunda confundir las cosas, porque estar triste es bueno, como ser feliz también los es, lo horrible es estar convencido de sentir emociones que realmente no son las que expresan nuestra alma.
La charla fue extensa y muy divertida. Cuando fue la hora de irnos y como es mi costumbre, rematé la conversación con un comentario gracioso, lo que hizo que ambos estallemos en risas... Cuando me estaba alejando, me di vuelta y miré la mesa, ella me guiñó el ojo y me dijo, la risa es también tuya como mía... y nos reímos aún más fuerte, en aquel bar de gente que estaba tan triste... pero tan triste....



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2 comentarios:

Augusto dijo...

Claro, lo que pasa es que esta chica es vecina de la otra..., la subestimada, ¿cómo se llamaba? ah, si, la negación.
¿Triste yo? nooooooo, me dijo la negación. Jejeje...
Muy bueno.
Saludos.

Mar dijo...

Augusto:

Totalmente cierto, en estos momentos de desocupación propongo... CIUDADANO sea profesional de "LA NEGACIÓN" nunca quedara sin trabajo o sin quien lo consulte!!!